No soy buena para escribir, ni mucho menos. Pero hice el intento. Yo sé que no les va a gustar, pero con probar no se pierde nada.
Hola. Me presento: Soy Jennifer y tengo 16 años. Desde que aparecieron, siempre he sido fanática de la famosa banda germana Tokio Hotel. Mi gran sueño sería poder estar con ellos. Sea de la forma que sea.
Cuando me enteré por televisión que darían un concierto aquí casi muero. Una compañera del instituto, y mi mejor amiga, también es fanática de ellos por lo que ambas quedamos de acuerdo en ir juntas.
Cuando llegó la fecha de la venta de los tickets para el concierto, mi mejor amiga y yo estábamos primeras.
El hombre que nos atendió era el mismo que los había contratado, por lo que mi compañera se tomó el atrevimiento de preguntarle en donde se hospedarían. Él nos contestó que en el hotel que quedaba a dos calles del recinto donde tocarían.
Pasaban los días y la fecha del show se acercaba. Juliet, mi mejor amiga y mi compañera, me pidió que la acompañara a dar una vuelta. Aprovechamos para pasar por donde se hospedarían ellos.
No sé qué me pasó, pero sentí que alguien me miraba. Por primera vez en mi vida sentí una sensación escalofriante por mi cuerpo. No quise decirle nada a Juliet ya que era bastante tarde y no quería preocuparla.
Por fin llegó el día tan esperado. Con mi amiga decidimos faltar a la escuela para ir a esperar a los chicos al hotel, pero del mismo salió un empleado a avisarnos que no esperáramos porque los Tokio Hotel ya habían llegado hacía unos días y estarían todo el día dando notas y preparándose para el concierto.
Las fans que estábamos ahí decidimos ir directamente a la arena. Todo pasó en un abrir y cerrar de ojos. No puedo explicar lo que sentí en ese momento.
Salí del lugar, pero sola. Sin Juliet ya que entre tanta gente la perdí de vista. Me quedé a un lado a esperarla y nuevamente sentí esa sensación escalofriante de hace días atrás. Esta vez me volteé para ver qué pasaba y estaba él. No sabía si gritar o si ir corriendo a abrazarlo. Finalmente, tras una lucha interior, opté por elegir la segunda opción.
Él me sonrió y me invitó a pasar a subirme a un hermoso coche.
-No puedo creer que seas tú, siempre he sido fans de ustedes- Dije yo emocionada.
-Me alegra- Me contestó Bill con una enorme sonrisa- ¿Te puedo preguntar algo?-
-Lo que quieras.
-¿Te gustaría venir al hotel conmigo? No tengo a nadie para hacerme compañía ya que los chicos se van a una fiesta.
-Claro, no te preocupes- Respondí con una de mis mejores sonrisas.
En el resto del camino no nos dirigimos la palabra y eso me preocupaba un poco. Finalmente, cuando bajamos de ese hermoso coche y entramos al hotel me dijo que quería ir a su cuarto a ducharse. Yo lo acompañé sin saber lo que iba a pasar.
Abrió la puerta y me dejó pasar a mí primero. Luego entró él y cerró la habitación con llave. Ese me asustó, vi una mirada que desconocía de Bill.
Sin muchos rodeos me posó sus manos en mi cintura y comenzó a besarme el cuello. Al principio no sabía qué hacer, pero me dejé llevar por mis impulsos. Al fin y al cabo ya había dicho que quería estar con alguno de ellos de cualquier forma.
El beso comenzó a tornarse salvaje y él puso sus manos en mi trasero y me agarró de él. Yo rodeé su cintura con mis piernas y sus hombros con mis brazos. Lentamente fue caminando hacia la cama, como si yo no pesara nada y me tiró en ella con poca delicadeza.
Me fue arrancando, literalmente, toda la ropa y yo hacia lo propio. Cuando estábamos completamente desnudos los dos, el me abrió las piernas e hizo el intento de penetrarme, pero enseguida le dije que pare:
-¿Qué pasa?- Preguntó algo fastidioso.
-Es que tengo miedo.
-Conmigo no pasará nada malo.
Y así fue cuando volvió a abrirme las piernas y me hizo sentir la sensación más placentera de toda mi vida. Sentía como me penetraba desesperadamente. Una embestida era más fuerte, profunda y salvaje que la otra. Yo estaba acostada en la cama, con los ojos cerrados y con mis manos apretaba lo más fuerte que podía las sábanas. Estaba hundida en una ola de placer.
Finalmente él se dejó caer encima de mí, le costaba respirar.
Cuando logró respirar con normalidad pensé que era mi turno para hacer de las mías. Giré con él agarrado e hice que quedara abajo mío. Me senté a horcadas sobre él y empecé a hacer movimientos lo que generaron que se excitara y que vuelva a penetrarme. Pero algo cambió: ahora era yo la que coordinaba todo. Primero fue lento, pero comencé a ir más rápido. El placer volvía a inundarme. Mientras me movía generando una sensación indescriptible, me tocaba los pechos mientras que Bill tenía sus manos en mis caderas y gemía de placer.
Esta vez fui yo la que cayó encima de él cansada.
Pensando en todo lo maravilloso que había pasado, me quedé dormida encima de él. Al otro día me desperté porque sentí una sensación que no había experimentado, pero que era similar a lo que había vivido la noche anterior: vi a Bill con su cabeza entre mis piernas. Sentir su piercing en esa zona tan íntima me hacía retorcer del placer. Quería que ese momento fuera eterno.
Cuando acabó me miró con una sonrisa maliciosa y comenzó a lamer mis piernas, cada vez iba subiendo más. Esta vez lamía mi abdomen y fue subiendo lentamente con su legua hasta llegar a uno de mis pezones. Comenzó a lamerlo y yo al no poder controlar mis impulsos, rodeé su cintura con mis piernas y él se sentó en la cama arrastrándome con él. Comenzaron nuevamente las oleadas y embestidas de placer. Esta vez más que nunca disfruté de ese momento.
Una vez más estaba rendido en la cama, sudado y respirando con dificultad. Cuando se calmó:
-Tengo que irme, quiero que sepas que fue lo mejor que me pasó en mi vida.
-Puedes quedarte todo el tiempo que quieras- Me dijo en tono meloso-
-Me encantaría, pero la bronca me va a caer gorda si mis padres se despiertan y no me ven en mi habitación.
De algo estaba segura: había estado con uno de ellos, y de la mejor forma que se podía estar. Esos recuerdos quedaran por siempre en mí, fue la sensación de mi vida.